Se busca por medio de este campo virtual profundizar en cuanto al tema de la historia de la teología, con el objetivo de ampliar nuestros conocimientos teológicos, basados en el intercambios de ideas, ya que el interés es abordar la materia no solo como un fin sino como un medio para continuar este caminar de aprendizaje. Smta. José Sanchez
domingo, 31 de enero de 2016
sábado, 30 de enero de 2016
EL RENACIMIENTO HASTA LA PRIMERA GENERACIÓN SALMANTINA. "RESUMEN"
EL TOMISMO BAJOMEDIEVAL
Los primeros pasos:
El influjo
indiscutible de los pensadores franciscanos posteriores a Juan Duns Escoto. Por
esos mismos años del siglo XIV, comenzaba una lenta recuperación del tomismo.
Tomás de Aquino, en efecto, había sido canonizado en 1324, disipándose, de esta
forma, todas las dudas sobre la ortodoxia de su síntesis filosófico-teológica.
Dominico San Vicente Ferrer (1350-1419),
gran lógico y excelente teólogo. De su reflexión acerca del cisma de Occidente
es fruto el tratado De moderno schismate,
en el que intentan fundamentar las razones en favor de Benedicto XIII. Pero sus
viajes por Italia le permitieron conocer mejor la real situación de la Iglesia,
apartando progresivamente su apoyo a Benedicto XIII. Medió para que los dos
pontífices llegasen a una solución del cisma; al fracasar en su intento, retiró
su apoyo a Benedicto XIII al comprobar que no estaba dispuesto a abdicar en
bien de la Iglesia.
Dominico San Antonino de Florencia
(1389-1459), dominico, redactor de una importante Summa theologica, que más bien habría que titular Summa moralis. Su interés práctico es
notable, sobre todo, porque concede un gran relieve a las cuestiones
mercantiles, sociales y financieras. Está dividida en cuatro partes. En la
primera estudia el alma, el pecado y la ley. En la segunda trata acerca de los
vicios capitales, la mentira, el voto y la infidelidad. La tercera parte
analiza los diversos estados del hombre (matrimonio, viudedad, milicia,
diversas profesiones, etc.). En la cuarta y última desarrolla las virtudes y
los dones del Espíritu Santo.
Sacerdote secular Pedro Martínez de Osma (t
1480)7. El medio donde tuvo lugar esta implantación fue la Facultad de
Teología de Salamanca. Osma, que había abandonado el nominalismo, decidió
sustituir la «lectura» de las Sentencias lombardianas por la «lectio» de la Summa Theologiae de Santo Tomás.
Tomás de Vio, Cardenal Cayetano (1468-1534):
En Padua se
había se había constituido un cenáculo aristotélico, donde destacaron dos
profesores: Pedro de Pomponazzi y Tomás de Vio, Cardenal Cayetano. Este segundo
quiso ser un tomista fidelísimo, pero se apartó de algunas tesis capitales de
Aquino; lo cual le llevó, a la postre, a mantener algunas doctrinas un tanto
extrañas. Por ejemplo: Aquino había demostrado la pura espiritualidad del alma
y, por consiguiente, su subsistencia después de la muerte; en cambio, Cayetano
sostuvo que sólo por la fe podemos afirmar que el alma humana es inmortal. En
este sentido se manifestó, por ejemplo, durante la celebración del V Concilio
Lateranense (1512-1517), que condenó algunas de las tesis de Pomponazzi.
Con todo,
Cayetano impulsó la reforma intelectual y tuvo una influencia posterior enorme,
especialmente entre los tomistas. Buena parte de la escolástica salmantina y,
sobre todo, el neotomismo del siglo XIX bebieron en la lectura cayetanista de
Tomás de Aquino. Estas son las tres tesis teológicas importantes de Cayetano:
a) El
constitutivo formal o metafísico de la persona. Es preciso distinguir entre
naturaleza y persona, pues, si la naturaleza humana perfecta de Cristo diese
lugar automáticamente a una persona, en Cristo habría dos personas.
b) El destino
final de los niños fallecidos sin bautismo. Los católicos creemos que después
de la muerte hay un interim o duración en que el alma separada subsiste sin
habitar en el cuerpo. En este tiempo pueden ocurrir tres cosas: que las almas
separadas sean purificadas, si murieron en gracia pero con alguna pena temporal
pendiente; que gocen ya de la visión beatífica; o que hayan sido sepultadas definitivamente
en el infierno.
c) La prueba
de Escritura acerca de la presencia real eucarística. Su teología eucarística
sufrió la influencia del Humanismo, particularmente de Lorenzo Valla. Para
Valla, y también para Erasmo de Rotterdam, el único y exclusivo sentido de la
Sagrada Escritura era el sentido literal. Si una afirmación dogmática no se
hallaba literalmente en la Escritura, debía rechazarse.
El tomismo parisino:
Mientras en la
Universidad de Salamanca el tomismo se abría camino y la Orden dominicana
volvía sus ojos a la doctrina filosófica y teológica del Aquinate, en la
Universidad de París se desarrollaba un fenómeno similar, protagonizado por el dominico Pedro Crockaert (f 1514),
apodado también Pedro Bruselense. Primero enseñó filosofía en el convento
parisino de Santiago de 1504 hasta 1507, y en esta fecha comenzó sus cursos de
teología. Crockaert sustituyó, como libro de texto, las Sentencias lombardianas
por la Summa Theologiae aquiniana.
Además, en 1512 decidió editar la Summa
y encargó a Vitoria preparar el texto de la secunda
secundae.
Sin embargo,
mientras el tomismo seguía su senda, abriéndose paso lentamente, el nominalismo
señoreaba los centros intelectuales europeos.
EL NOMINALISMO:
Una cuestión
que ha sido ampliamente debatida por la medievalística es si el nominalismo es
lo mismo que el ockhamismo. La respuesta es —según Rábade— que, si se entienden
los términos con todo rigor, son distintos. El nominalismo estricto se centró
en el problema de los universales. En cambio, el ockhamismo fue una doctrina mucho
más compleja, que se preocupó fundamentalmente por cuestiones gnoseológicas. Si
por nominalismo se entiende una doctrina que reduce la realidad de los
conceptos a puros nombres, entonces el ockhamismo sería más bien un
conceptualismo que un nominalismo. Pero, si por nominalismo se entiende una
filosofía que pone un especial acento en los «nomina», es decir, en los
términos, en tal caso nominalismo y ockhamismo serían sinónimos.
Volviendo al
nominalismo estricto, éste se podría definir como «una ontología de la cosa
singular y concreta, en cuyo estudio y comprensión se dan cita y se
complementan una lógica analítica del lenguaje y una teología de la
omnipotencia divina para poder explicar muchas propiedades de las cosas,
incomprensibles desde el ángulo de la mera singularidad»
Gabriel Biel (ca. 1410-1495) escribió
una obra notable, titulada Collectorium
circa quattuor libros Sententiarum, que ejerció una marcada influencia
sobre Lutero y Melanchton. Cualquiera que se asome ahora a sus páginas quedará
sorprendido por la claridad de exposición, el orden del discurso, la precisión
terminológica y la linealidad de la argumentación. Constituye, sin duda, la
obra de un gran maestro universitario y el fruto maduro de una larga
experiencia docente.
RENACIMIENTO, LUTERANÍSIMO, HUMANISTAS Y CONTROVERSISTAS
El Renacimiento y el Humanismo:
El paso de la
historia medieval a la historia moderna está marcado por tres hechos capitales:
El primero se
presenta en el plano económico-social y consiste en el desarrollo del
precapitalismo debido al surgimiento de una nueva técnica financiera y
bancaria, y al aporte de nuevos metales preciosos procedentes de América; el
segundo, más estrictamente político, es la formación de conglomerados estatales
fuertes a partir de un territorio compacto y de una centralización burocrática,
constituyendo los llamados Estados nacionales; el tercero se sitúa en el plano estrictamente
espiritual y consiste en la irrupción de una nueva filosofía, mejor, de una
nueva concepción de la vida y de una nueva civilización, que se conocen con el nombre
de Humanismo y de Renacimiento.
Para
comprender el cambio operado al fin del Medievo, conviene recordar que la
concepción medieval de la vida y del mundo había sido una concepción
esencialmente universalista y jerárquica. En ella, el hombre en cuanto tal, y
no sólo el individuo, carecía de valor autónomo y se insertaba como una parte simple
e insignificante de un universo mucho más amplio. Con el Humanismo, en cambio,
se asistió a una inversión de tal situación: el hombre pasó a ser el centro, el
eje de la filosofía y de la concepción del mundo.
Con su interés
por la cultura clásica, el Humanismo fomentó la polémica con la escolástica
medieval. Es indiscutible que la escolástica había apreciado las autoridades
clásicas —recuérdese, por ejemplo, la euforia parisina por la traducción de
Aristóteles—. Con todo, el Humanismo renacentista rechazó la escolástica
coetánea, es decir, la escolástica nominalista del siglo XIV, por considerarla
artificialmente sutil, y, con ella, abominó también de la filosofía del
Estagirita, oponiéndole la filosofía de Platón, cuyas obras completas
comenzaban entonces a ser conocidas. Los humanistas pretendían, en definitiva,
una recuperación de la cultura antigua y de la literatura greco-latina, pero
con distingos.
El luteranismo y otras confesiones protestantes:
a) Consideraciones
generales
Mucho se ha
especulado sobre los orígenes del luteranismo. Algunos historiadores
evangélicos han atribuido la protesta religiosa alemana al despotismo de los
papas; otros, por el contrario, han rastreado sus causas en las condiciones
político-sociales del siglo XV y en la especial idiosincrasia del pueblo
alemán; no han faltado quienes han descubierto sus raíces en la decadencia
teológica del siglo XV, especialmente entre los cultores del nominalismo, y en
la influencia de las tesis conciliaristas; otros, finalmente, han rastreado sus
orígenes en sinceros anhelos de reforma religiosa que no fueron adecuadamente
canalizados.
Martín Lutero trastocó el orden
religioso europeo, y una serie de naciones de antigua tradición cristiana se
separaron de la obediencia de Roma. La trascendencia de la Reforma luterana ha
sido, evidentemente, valorada de muy forma distinta, y hasta contradictoria,
por católicos y protestantes.
b) La
teología luterana
La teología de
Lutero afectó a buena parte de toda la teología católica. En primer lugar, a la
doctrina sobre la justificación, con una nueva interpretación de Rom 1,17:
«Pues en El [en Cristo] se revela la justicia de Dios de la fe hacia la fe,
como está escrito: "El justo vivirá de la fe"». La expresión
«justicia de Dios» es una de las más importantes empleadas por San Pablo y
encierra en sí gran riqueza de significado. En la tradición cristiana se había
interpretado fundamentalmente de dos maneras: bien como aquella perfección
divina por la que Dios cumple siempre sus promesas; bien como el estado de
justicia en que el hombre es constituido en virtud de la gracia infundida por
Dios. Lutero, en cambio, entendió la justicia de Dios en sentido activo, como
atributo divino, según el cual Dios es justo en Sí mismo y castiga a los
pecadores y a los injustos.
c) Evolución
heterodoxa del luteranismo
Dos podían
ser, en principio, las posibles direcciones de la Reforma luterana, quizá entre
sí contradictorias: por un lado, fortalecer la autoridad de los príncipes
territoriales alemanes, contra el esquema medieval del subordinacionismo
universal a la autoridad del emperador; por el otro, extremar algunos motivos
liberadores del luteranismo, hasta convertirlo en un movimiento de
reivindicación económico-social, de carácter más o menos milenarista.
d) Orígenes
del calvinismo
Lutero tuvo
muchos discípulos, pero no todos fueron igualmente influyentes. Entre ellos,
quizá haya sido Juan Calvino el de un influjo más notable y duradero.
Juan Calvino (1509-1564), francés
refugiado en Ginebra después de una breve permanencia en Basilea y en Ferrara, aceptó
las tesis principales de Zwinglio y buena parte de las luteranas, y desarrolló
en su Institutio religionis christianae
(1536) una nueva doctrina reformada, que, por el nombre de su creador, se llama
calvinismo. En ella se devalúa notablemente la índole carismática de los
sacramentos y se establece una rígida doctrina predestinacionista, basada en el
triunfo intramundano de los fieles. La iglesia calvinista se diferenció de la
luterana por la aceptación de la elección democrática de los ministros, que
sólo tienen poderes de vigilancia, y por el fuerte sentido teocrático de la
sociedad, confundiendo, en la práctica, el poder político con el poder
temporal.
Polémicas teológicas de los
luteranos con los humanistas:
En estos años
hubo dos polémicas teológicas importantes protagonizadas por los humanistas. La
primera, por Reuchlin; la segunda, por Erasmo de Rotterdam.
Juan Reuchlin (1455-1522) había
estudiado latín y griego en Francia y en Italia. Estaba de regreso en Alemania
en 1492, donde fue recibido con singulares honores por el emperador. Entonces
comenzó a interesarse por el hebreo y se inició en los círculos cabalistas, intentando
desentrañar el significado profundo del tetragrama (JHVH). Dios habría enseñado
a Moisés el arte de ordenar las letras dotándolas de virtud mágica. Esta
ciencia oculta habría pasado a los Setenta y después a ciertas comunidades
esotéricas.
La otra
polémica teológica antes citada tuvo lugar entre el mismo Lutero y Erasmo de Rotterdam (1467-1536). Las
relaciones directas entre ambos comenzaron en 1519, cuando el Reformador
escribió al Humanista interesándole en su causa. La respuesta de Erasmo fue más
bien evasiva. En los años siguientes, Erasmo recibió todo tipo de presiones
para que tomase partido contra Lutero. Finalmente se decidió a intervenir y, a
finales de 1523, comenzó su Conferencia o diálogo sobre el libre arbitrio, que
terminaría en febrero del año siguiente. En ella, Erasmo definía el libre
albedrío como «la facultad o capacidad que tiene el hombre de aplicarse a las
cosas que miran a la vida eterna, o a las que le apartan de ella».
Los controversistas católicos:
La diatriba de
Lutero con los teólogos católicos alemanes comenzó pronto. La primera gran
disputa teológica tuvo lugar en Leipzig en 1519, en la que tuvo como
contrincante a Juan Eck (1486-1543). Eck,
excelente párroco y buen teólogo, desarrolló, en polémica con Lutero, la idea
de que la gracia no supone limitación alguna a la voluntad y al ejercicio de la
libertad. Buena parte de su esfuerzo consistió en predicar que se pueden
armonizar Dios y el hombre, la gracia y la voluntad. También comprendió la
importancia teológica del primado petrino, frente a las pretensiones de los novadores.
Su
argumentación fue, en este campo, no sólo especulativa, sino sobre todo
positiva, retrocediendo hasta argüir con aquellas fuentes que realmente eran
reconocidas por Lutero: la Sagrada Escritura, sobre todo, y, en cierto modo,
los antiguos concilios y los Padres.
Juan Codeo (1479-1552). Convertido de
su primera etapa humanista, quizá proclive a la causa protestante, pasó a
dedicar todas sus energías, desde 1521, a combatir a los luteranos, empeñando
en ello su fortuna personal y toda su influencia. De estilo agresivo y de escasos
conocimientos teológicos al principio, se enriqueció especulativamente con el
paso del tiempo, aunque siempre conservó el estilo excesivamente detallista
característico de los filólogos, prefiriendo la refutación palabra por palabra
a los grandes vuelos controversistas.
Su evolución
espiritual fue notable, renunciando incluso, al final de su vida, a la
publicación de sus propias obras para patrocinar la edición de escritos
polémicos de mayor interés católico.
Ambrosio Catarino (1487-1553), espíritu
independiente, trabajó sobre gran número de cuestiones. Ha pasado a la
posteridad por haber sostenido que un fiel puede conocer con certeza, o sea,
con fe divina, pero sin revelación particular, si está o no en gracia habitual;
que el pecado original originante, es decir, el pecado actual de Adán, sólo se
imputa extrínsecamente a su descendencia; y que basta, para la válida administración
de los sacramentos, la mera atención exterior del ministro. Contra la escuela dominicana,
defendió la Inmaculada Concepción. También distinguió dos clases de
predestinación: una absoluta, de aquellos hombres que Dios quiere salvar a toda
costa; y la predestinación relativa, o sea, la de los que se pueden salvar,
pero cuyo número no ha sido fijado por la voluntad divina.
Pedro de Soto o de Sotomayor
(1496/1500-1563) fue el típico representante del renacimiento teológico
español del siglo XVI y activo colaborador del Concilio de Trento en sus tres
etapas. Durante la primera de ellas, se manifestó partidario de que fuese
declarada de iure divino la obligatoriedad de la residencia episcopal, que
consideró, además, como remedio fundamental para la reforma in capite et in membris de la Iglesia.
Conocía bien la teología agustiniana y la tomista y, por ello, estuvo muy
sensibilizado en la tema de las relaciones entre la libertad y la gracia,
manteniendo una intensa y amistosa polémica con el lovaniense Ruardo Tapper (f
1559).
Fue, por
tanto, un gran apologista de la fe católica, buen conocedor de los argumentos
luteranos y un hábil controversista. En sus escritos, tanto académicos
(Lecciones de Dillinga, por ejemplo)
como de otra índole, se aprecia un excelente conocimiento de la tradición eclesiástica
y de los actos magisteriales de las distintas épocas. En la doctrina de la
gracia está todavía lejos de las sutilezas de la controversia de auxiliis, pero se inscribe ya en la
corriente teológica que después será ampliamente desarrollada por Báñez.
Smta. José Aparicio Sánchez
viernes, 29 de enero de 2016
LA EXISTENCIA DE DIOS DESDE LA PERSPECTIVA ANSELMIANA. “ENSAYO”
El
presente ensayo tiene como finalidad abarcar un período transcendental para el
pensamiento teológico desde el siglo XI donde siguen surgiendo las
interrogantes acerca de la existencia de un ser superior, que para los
cristianos es conocido como Dios. Se debe tener presente que antes de la venida
del Mesías, ya existían corrientes de pensamiento que en sus teorías reflejaban
la existencia de un ser superior, en este caso se hace mención de la cultura
griega, como por ejemplo para el filósofo Aristóteles, ese ser fue llamado
motor inmóvil, ya que lo movía todo, pero a él nadie lo mueve. Es natural
deducir que esta idea es producto de la razón, desde esta misma realidad se
toma la iniciativa de abordar el tema de la existencia desde la premisa de San
Anselmo de Canterbury, quien dice que con sólo pensar que existe este ser
supremo es suficiente para demostrar que Dios existe. Como diría San Anselmo en
su obra proslogion: «Existe, por
tanto, verdaderamente un ser por encima del cual no podemos levantar otro, y de
tal manera que no se le puede siquiera pensar como no existente; este ser eres
tú, ¡oh Dios, Señor nuestro!». Por lo tanto, como se puede salir de esta
realidad, si al reflexionar como cristiano se sabe que es completamente verdad.
Sin embargo, es cierto que no todos piensan igual. Por esta circunstancia, es
que se indagara sobre este tema con la intención de visualizar esta idea
anselmiana.
Ahora
bien, creo que es necesario, tener una visión de quien fue San Anselmo de
Canterbury para concebir de una manera más clara su tesis sobre la existencia
de Dios. Este santo nació en Aosta (Italia) en 1033 o 1034. De buena familia y
con gran amor al estudio. Entró como monje en la abadía cluniacense de Bec en
el 1060. Posteriormente fue elegido abad en el 1078. Fue consagrado arzobispo
de Canterbury, donde murió en el año 1109. Tuvo que sufrir dos exilios por razón
de las investiduras: el primero entre 1097 y 1100 y el segundo entre 1103 y
1106, hasta que se produjo el arreglo de 1105 sancionado por la monarquía
inglesa en 1107. Sus obras han sido editadas en edición crítica, entre ellas se destacan: en primer lugar, dos
grandes tratados sobre Dios, que son el Monologion
y el Proslogion; del cual estaremos
abordando, que corresponden a la época en que Anselmo se hallaba en Bec. Son
asimismo de la época de Bec el De libero
arbitrio, el De casu diabólico y el
De grammatico. Después, ya como
obispo, escribió dos tratados: De Fide
Trinitatis y De Processione Spiritus Sancti contra Graecos. Como también algunos opúsculos menores, uno de carácter
mariológico, sobre la concepción virginal de la Virgen María y el pecado
original, y algunas homilías y oraciones. Y su gran tratado cristológico y
soteriológico, redactado en el período episcopal, se titula Cur Deus homo. Ya teniendo esta visión
no cabe duda que fuera un hombre sumamente preparado para abordar su tesis a priori sobre la existencia de Dios. Es
importante tener en cuenta que este hombre marco el cierre e inicio de una
nueva etapa del pensar teológico, ya que con él se cierra el ciclo de la
patrística para pasar a la escolástica. Ahora bien, es importante considerar
que en esta época no debía ser tan complicado para este Doctor de la Iglesia
abordar dicha idea, ya que se mantenía una línea de pensamiento basado en la
Palabra de Dios y la práctica de los Padres. Por lo tanto, entra en juego la
cuestión de la fe en Dios, y considerando que si no hubo contradicción de la
misma, se sostenía el criterio de que no era una herejía, aunque su idea estaba
fuera del contexto de las bases de los cristianos. Como lo señala Josep
Saranyana en su libro Historia de la teología en relación al argumento que se
esta indagando: «intenta demostrar la existencia de Dios a partir de la fe en
Dios, con un razonamiento independiente de la autoridad de la Sagrada Escritura
o de la tradición patrística». Ante esta realidad es importante dejar claro que
no se puede hablar de teología si no hay fe. Y profesar o afirmar una verdad
sin argumentos, sólo será posible en el plano de la convicción de creer en
aquello que se sabe que existe pero que no se ve. Además, se sabe que en estos
primeros siglos de la era cristiana existían pensamientos contrarios al
cristianismo, donde es probable que más allá de la formación que los Padres de
la Iglesia lograsen impartir, permaneciera cierta inclinación por parte de
algunos griegos –por ejemplo- que quisieran en lo oculto mantener vigente su
cultura de pensamiento y se hayan colocado en contra de San Anselmo. Es claro,
que para muchos es absurdo afirmar algo de lo cual no se pueda dar argumentos.
Es por ello, que más adelante, surgen quienes quisieron apoyar esta tesis
anselmiana con demostraciones a partir de la creación, por ejemplo, Santo Tomas
de Aquino y sus cinco vías, pero no para desprestigiar la idea de San Anselmo,
sino para continuar con la defensa de esta premisa. No se puede negar que
dentro de la diversidad de pensamientos, esta el denominado ateo, para el cual
Dios no existe, sino que refutan que la idea de la existencia de Dios, es un
medio para la manipulación del hombre por el hombre. Por lo tanto, es un
imposible dialogar con ellos sobre el tema si no se tienen argumentos
tangibles, y no inexistentes como el de San Anselmo. Pero como poder negar la
existencia de alguien por encima del cual no se puede pensar más nada. Como lo
dice uno de los himnos de la liturgia de las horas: «quien diga que Dios a
muerto que salga a la luz y vea, si el mundo es o no tarea de un Dios que sigue
despierto». Sólo el hecho de contemplar la naturaleza y su perfección es
muestra que San Anselmo tenía la convicción de que su teoría era cierta. Por
ello, señala en su obra proslogion lo
siguiente: «Existe, por tanto, verdaderamente un ser por encima del cual no
podemos levantar otro, y de tal manera que no se le puede siquiera pensar como
no existente; este ser eres tú, ¡oh Dios, Señor nuestro!». En tal sentido, es
que esta premisa se conceptualiza más adelante como el argumento ontológico,
que se basa en la no en la observación
del mundo como por ejemplo la cosmología, sino más bien empleando únicamente la
razón. Taxativamente, el argumento ontológico razona a partir del estudio del
ser. Siguiendo este hilo conductor, es que se le atribuye a San Anselmo en ser
el primero en usarlo. Porque él comienza con la declaración de que el concepto
de Dios es “un ser tal, que nada mayor puede ser concebido.” Puesto que la
existencia es posible, y la existencia es más grande que la no existencia,
entonces Dios debe existir. Por consiguiente, es tan bien importante el valor
tan grande que San Anselmo le da a Dios, donde no sólo le vasta con hacer valer
su existencia sino que se gloria de su grandeza, por ello en su obra Proslogion
dice: « ¡oh Señor! , tú solo eres lo qué eres y el que eres, porque el ser que
no es el mismo en su todo y en sus partes, el ser sujeto a cambio en algún
punto, no puede ser en modo alguno lo que él es. Lo que ha comenzado por la
nada, puede ser concebido como no existente, y si no subsiste por el poder de
otro, vuelve a la nada. Aquello cuyo pasado no existe, cuyo futuro aún no es,
no existe propiamente hablando. En cuanto a ti, tú eres lo que eres, porque
todo lo que eres una vez y de algún modo, lo eres entero y siempre». Ahora la
interrogante esta en la pregunta que se debe hacer después de varios siglos:
¿qué tan verdadero será este argumento? ¿Hasta que punto se puede mantener esta
idea donde la ciencia avanza en la búsqueda de demostrar lo contrario?
En
definitiva, creo que se hace necesario una rectificación de este argumento, el
cual no creo que este mal ya que el mismo tiene como objetivo principal el tema
de la existencia de Dios. Sólo que debe existir buenas explicaciones para que
se pueda lograr su finalidad. En la actualidad se vive en un contexto donde
quiere imperar el ateísmo bajo la mascara de un supuesto teísmo pero cien por
ciento relativista, es decir, el ser humano dice creer en Dios pero en su
comportamiento diario demuestra que ese Dios no existe. Por lo tanto, es
importante a través del acompañamiento y teniendo evidencias concretas como por
ejemplo las cinco vías de Santo Tomas, concientizarlo y de este modo se pueda
dar certeza de que el argumento es verdadero. Porque hay quienes se preguntan
como es Dios, y como se sabe muy bien la ciencia atea siempre va estar con el
interés de demostrar lo contrario. Cada día se acrecienta más las tesis por
querer confundirse a la población y los medios de comunicación es el medio que
se ha utilizado con máximo alcance para lograr dicho objetivo. Ahora queda por
parte de quienes defienden la tesis de que el argumento ontológico de San
Anselmo es verdadero, utilizar estos medios de comunicación de una manera
imparcial y adaptada a la nueva civilización, utilizando evidencias lógicas,
para que así como lo han hecho algunos hombres en el pasado, en el momento
actual que se vive también se siga fortaleciendo esta idea anselmiana.
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