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sábado, 30 de enero de 2016

EL RENACIMIENTO HASTA LA PRIMERA GENERACIÓN SALMANTINA. "RESUMEN"

EL TOMISMO BAJOMEDIEVAL


Los primeros pasos:

El influjo indiscutible de los pensadores franciscanos posteriores a Juan Duns Escoto. Por esos mismos años del siglo XIV, comenzaba una lenta recuperación del tomismo. Tomás de Aquino, en efecto, había sido canonizado en 1324, disipándose, de esta forma, todas las dudas sobre la ortodoxia de su síntesis filosófico-teológica.

Dominico San Vicente Ferrer (1350-1419), gran lógico y excelente teólogo. De su reflexión acerca del cisma de Occidente es fruto el tratado De moderno schismate, en el que intentan fundamentar las razones en favor de Benedicto XIII. Pero sus viajes por Italia le permitieron conocer mejor la real situación de la Iglesia, apartando progresivamente su apoyo a Benedicto XIII. Medió para que los dos pontífices llegasen a una solución del cisma; al fracasar en su intento, retiró su apoyo a Benedicto XIII al comprobar que no estaba dispuesto a abdicar en bien de la Iglesia.

Dominico San Antonino de Florencia (1389-1459), dominico, redactor de una importante Summa theologica, que más bien habría que titular Summa moralis. Su interés práctico es notable, sobre todo, porque concede un gran relieve a las cuestiones mercantiles, sociales y financieras. Está dividida en cuatro partes. En la primera estudia el alma, el pecado y la ley. En la segunda trata acerca de los vicios capitales, la mentira, el voto y la infidelidad. La tercera parte analiza los diversos estados del hombre (matrimonio, viudedad, milicia, diversas profesiones, etc.). En la cuarta y última desarrolla las virtudes y los dones del Espíritu Santo.

Sacerdote secular Pedro Martínez de Osma (t 1480)7. El medio donde tuvo lugar esta implantación fue la Facultad de Teología de Salamanca. Osma, que había abandonado el nominalismo, decidió sustituir la «lectura» de las Sentencias lombardianas por la «lectio» de la Summa Theologiae de Santo Tomás.

Tomás de Vio, Cardenal Cayetano (1468-1534):

En Padua se había se había constituido un cenáculo aristotélico, donde destacaron dos profesores: Pedro de Pomponazzi y Tomás de Vio, Cardenal Cayetano. Este segundo quiso ser un tomista fidelísimo, pero se apartó de algunas tesis capitales de Aquino; lo cual le llevó, a la postre, a mantener algunas doctrinas un tanto extrañas. Por ejemplo: Aquino había demostrado la pura espiritualidad del alma y, por consiguiente, su subsistencia después de la muerte; en cambio, Cayetano sostuvo que sólo por la fe podemos afirmar que el alma humana es inmortal. En este sentido se manifestó, por ejemplo, durante la celebración del V Concilio Lateranense (1512-1517), que condenó algunas de las tesis de Pomponazzi.
Con todo, Cayetano impulsó la reforma intelectual y tuvo una influencia posterior enorme, especialmente entre los tomistas. Buena parte de la escolástica salmantina y, sobre todo, el neotomismo del siglo XIX bebieron en la lectura cayetanista de Tomás de Aquino. Estas son las tres tesis teológicas importantes de Cayetano:
a) El constitutivo formal o metafísico de la persona. Es preciso distinguir entre naturaleza y persona, pues, si la naturaleza humana perfecta de Cristo diese lugar automáticamente a una persona, en Cristo habría dos personas.
b) El destino final de los niños fallecidos sin bautismo. Los católicos creemos que después de la muerte hay un interim o duración en que el alma separada subsiste sin habitar en el cuerpo. En este tiempo pueden ocurrir tres cosas: que las almas separadas sean purificadas, si murieron en gracia pero con alguna pena temporal pendiente; que gocen ya de la visión beatífica; o que hayan sido sepultadas definitivamente en el infierno.
c) La prueba de Escritura acerca de la presencia real eucarística. Su teología eucarística sufrió la influencia del Humanismo, particularmente de Lorenzo Valla. Para Valla, y también para Erasmo de Rotterdam, el único y exclusivo sentido de la Sagrada Escritura era el sentido literal. Si una afirmación dogmática no se hallaba literalmente en la Escritura, debía rechazarse.

El tomismo parisino:

Mientras en la Universidad de Salamanca el tomismo se abría camino y la Orden dominicana volvía sus ojos a la doctrina filosófica y teológica del Aquinate, en la Universidad de París se desarrollaba un fenómeno similar, protagonizado por el dominico Pedro Crockaert (f 1514), apodado también Pedro Bruselense. Primero enseñó filosofía en el convento parisino de Santiago de 1504 hasta 1507, y en esta fecha comenzó sus cursos de teología. Crockaert sustituyó, como libro de texto, las Sentencias lombardianas por la Summa Theologiae aquiniana. Además, en 1512 decidió editar la Summa y encargó a Vitoria preparar el texto de la secunda secundae.
Sin embargo, mientras el tomismo seguía su senda, abriéndose paso lentamente, el nominalismo señoreaba los centros intelectuales europeos.

EL NOMINALISMO:

Una cuestión que ha sido ampliamente debatida por la medievalística es si el nominalismo es lo mismo que el ockhamismo. La respuesta es —según Rábade— que, si se entienden los términos con todo rigor, son distintos. El nominalismo estricto se centró en el problema de los universales. En cambio, el ockhamismo fue una doctrina mucho más compleja, que se preocupó fundamentalmente por cuestiones gnoseológicas. Si por nominalismo se entiende una doctrina que reduce la realidad de los conceptos a puros nombres, entonces el ockhamismo sería más bien un conceptualismo que un nominalismo. Pero, si por nominalismo se entiende una filosofía que pone un especial acento en los «nomina», es decir, en los términos, en tal caso nominalismo y ockhamismo serían sinónimos.
Volviendo al nominalismo estricto, éste se podría definir como «una ontología de la cosa singular y concreta, en cuyo estudio y comprensión se dan cita y se complementan una lógica analítica del lenguaje y una teología de la omnipotencia divina para poder explicar muchas propiedades de las cosas, incomprensibles desde el ángulo de la mera singularidad»

Gabriel Biel (ca. 1410-1495) escribió una obra notable, titulada Collectorium circa quattuor libros Sententiarum, que ejerció una marcada influencia sobre Lutero y Melanchton. Cualquiera que se asome ahora a sus páginas quedará sorprendido por la claridad de exposición, el orden del discurso, la precisión terminológica y la linealidad de la argumentación. Constituye, sin duda, la obra de un gran maestro universitario y el fruto maduro de una larga experiencia docente.

RENACIMIENTO, LUTERANÍSIMO, HUMANISTAS Y CONTROVERSISTAS

 El Renacimiento y el Humanismo:

El paso de la historia medieval a la historia moderna está marcado por tres hechos capitales:

El primero se presenta en el plano económico-social y consiste en el desarrollo del precapitalismo debido al surgimiento de una nueva técnica financiera y bancaria, y al aporte de nuevos metales preciosos procedentes de América; el segundo, más estrictamente político, es la formación de conglomerados estatales fuertes a partir de un territorio compacto y de una centralización burocrática, constituyendo los llamados Estados nacionales; el tercero se sitúa en el plano estrictamente espiritual y consiste en la irrupción de una nueva filosofía, mejor, de una nueva concepción de la vida y de una nueva civilización, que se conocen con el nombre de Humanismo y de Renacimiento.
Para comprender el cambio operado al fin del Medievo, conviene recordar que la concepción medieval de la vida y del mundo había sido una concepción esencialmente universalista y jerárquica. En ella, el hombre en cuanto tal, y no sólo el individuo, carecía de valor autónomo y se insertaba como una parte simple e insignificante de un universo mucho más amplio. Con el Humanismo, en cambio, se asistió a una inversión de tal situación: el hombre pasó a ser el centro, el eje de la filosofía y de la concepción del mundo.
Con su interés por la cultura clásica, el Humanismo fomentó la polémica con la escolástica medieval. Es indiscutible que la escolástica había apreciado las autoridades clásicas —recuérdese, por ejemplo, la euforia parisina por la traducción de Aristóteles—. Con todo, el Humanismo renacentista rechazó la escolástica coetánea, es decir, la escolástica nominalista del siglo XIV, por considerarla artificialmente sutil, y, con ella, abominó también de la filosofía del Estagirita, oponiéndole la filosofía de Platón, cuyas obras completas comenzaban entonces a ser conocidas. Los humanistas pretendían, en definitiva, una recuperación de la cultura antigua y de la literatura greco-latina, pero con distingos.

El luteranismo y otras confesiones protestantes:

a) Consideraciones generales

Mucho se ha especulado sobre los orígenes del luteranismo. Algunos historiadores evangélicos han atribuido la protesta religiosa alemana al despotismo de los papas; otros, por el contrario, han rastreado sus causas en las condiciones político-sociales del siglo XV y en la especial idiosincrasia del pueblo alemán; no han faltado quienes han descubierto sus raíces en la decadencia teológica del siglo XV, especialmente entre los cultores del nominalismo, y en la influencia de las tesis conciliaristas; otros, finalmente, han rastreado sus orígenes en sinceros anhelos de reforma religiosa que no fueron adecuadamente canalizados.
Martín Lutero trastocó el orden religioso europeo, y una serie de naciones de antigua tradición cristiana se separaron de la obediencia de Roma. La trascendencia de la Reforma luterana ha sido, evidentemente, valorada de muy forma distinta, y hasta contradictoria, por católicos y protestantes.

b) La teología luterana

La teología de Lutero afectó a buena parte de toda la teología católica. En primer lugar, a la doctrina sobre la justificación, con una nueva interpretación de Rom 1,17: «Pues en El [en Cristo] se revela la justicia de Dios de la fe hacia la fe, como está escrito: "El justo vivirá de la fe"». La expresión «justicia de Dios» es una de las más importantes empleadas por San Pablo y encierra en sí gran riqueza de significado. En la tradición cristiana se había interpretado fundamentalmente de dos maneras: bien como aquella perfección divina por la que Dios cumple siempre sus promesas; bien como el estado de justicia en que el hombre es constituido en virtud de la gracia infundida por Dios. Lutero, en cambio, entendió la justicia de Dios en sentido activo, como atributo divino, según el cual Dios es justo en Sí mismo y castiga a los pecadores y a los injustos.

c) Evolución heterodoxa del luteranismo

Dos podían ser, en principio, las posibles direcciones de la Reforma luterana, quizá entre sí contradictorias: por un lado, fortalecer la autoridad de los príncipes territoriales alemanes, contra el esquema medieval del subordinacionismo universal a la autoridad del emperador; por el otro, extremar algunos motivos liberadores del luteranismo, hasta convertirlo en un movimiento de reivindicación económico-social, de carácter más o menos milenarista.

d) Orígenes del calvinismo

Lutero tuvo muchos discípulos, pero no todos fueron igualmente influyentes. Entre ellos, quizá haya sido Juan Calvino el de un influjo más notable y duradero.

Juan Calvino (1509-1564), francés refugiado en Ginebra después de una breve permanencia en Basilea y en Ferrara, aceptó las tesis principales de Zwinglio y buena parte de las luteranas, y desarrolló en su Institutio religionis christianae (1536) una nueva doctrina reformada, que, por el nombre de su creador, se llama calvinismo. En ella se devalúa notablemente la índole carismática de los sacramentos y se establece una rígida doctrina predestinacionista, basada en el triunfo intramundano de los fieles. La iglesia calvinista se diferenció de la luterana por la aceptación de la elección democrática de los ministros, que sólo tienen poderes de vigilancia, y por el fuerte sentido teocrático de la sociedad, confundiendo, en la práctica, el poder político con el poder temporal.

 Polémicas teológicas de los luteranos con los humanistas:

En estos años hubo dos polémicas teológicas importantes protagonizadas por los humanistas. La primera, por Reuchlin; la segunda, por Erasmo de Rotterdam.

Juan Reuchlin (1455-1522) había estudiado latín y griego en Francia y en Italia. Estaba de regreso en Alemania en 1492, donde fue recibido con singulares honores por el emperador. Entonces comenzó a interesarse por el hebreo y se inició en los círculos cabalistas, intentando desentrañar el significado profundo del tetragrama (JHVH). Dios habría enseñado a Moisés el arte de ordenar las letras dotándolas de virtud mágica. Esta ciencia oculta habría pasado a los Setenta y después a ciertas comunidades esotéricas.

La otra polémica teológica antes citada tuvo lugar entre el mismo Lutero y Erasmo de Rotterdam (1467-1536). Las relaciones directas entre ambos comenzaron en 1519, cuando el Reformador escribió al Humanista interesándole en su causa. La respuesta de Erasmo fue más bien evasiva. En los años siguientes, Erasmo recibió todo tipo de presiones para que tomase partido contra Lutero. Finalmente se decidió a intervenir y, a finales de 1523, comenzó su Conferencia o diálogo sobre el libre arbitrio, que terminaría en febrero del año siguiente. En ella, Erasmo definía el libre albedrío como «la facultad o capacidad que tiene el hombre de aplicarse a las cosas que miran a la vida eterna, o a las que le apartan de ella».

Los controversistas católicos:

La diatriba de Lutero con los teólogos católicos alemanes comenzó pronto. La primera gran disputa teológica tuvo lugar en Leipzig en 1519, en la que tuvo como contrincante a Juan Eck (1486-1543). Eck, excelente párroco y buen teólogo, desarrolló, en polémica con Lutero, la idea de que la gracia no supone limitación alguna a la voluntad y al ejercicio de la libertad. Buena parte de su esfuerzo consistió en predicar que se pueden armonizar Dios y el hombre, la gracia y la voluntad. También comprendió la importancia teológica del primado petrino, frente a las pretensiones de los novadores.
Su argumentación fue, en este campo, no sólo especulativa, sino sobre todo positiva, retrocediendo hasta argüir con aquellas fuentes que realmente eran reconocidas por Lutero: la Sagrada Escritura, sobre todo, y, en cierto modo, los antiguos concilios y los Padres.

Juan Codeo (1479-1552). Convertido de su primera etapa humanista, quizá proclive a la causa protestante, pasó a dedicar todas sus energías, desde 1521, a combatir a los luteranos, empeñando en ello su fortuna personal y toda su influencia. De estilo agresivo y de escasos conocimientos teológicos al principio, se enriqueció especulativamente con el paso del tiempo, aunque siempre conservó el estilo excesivamente detallista característico de los filólogos, prefiriendo la refutación palabra por palabra a los grandes vuelos controversistas.
Su evolución espiritual fue notable, renunciando incluso, al final de su vida, a la publicación de sus propias obras para patrocinar la edición de escritos polémicos de mayor interés católico.

Ambrosio Catarino (1487-1553), espíritu independiente, trabajó sobre gran número de cuestiones. Ha pasado a la posteridad por haber sostenido que un fiel puede conocer con certeza, o sea, con fe divina, pero sin revelación particular, si está o no en gracia habitual; que el pecado original originante, es decir, el pecado actual de Adán, sólo se imputa extrínsecamente a su descendencia; y que basta, para la válida administración de los sacramentos, la mera atención exterior del ministro. Contra la escuela dominicana, defendió la Inmaculada Concepción. También distinguió dos clases de predestinación: una absoluta, de aquellos hombres que Dios quiere salvar a toda costa; y la predestinación relativa, o sea, la de los que se pueden salvar, pero cuyo número no ha sido fijado por la voluntad divina.

Pedro de Soto o de Sotomayor (1496/1500-1563) fue el típico representante del renacimiento teológico español del siglo XVI y activo colaborador del Concilio de Trento en sus tres etapas. Durante la primera de ellas, se manifestó partidario de que fuese declarada de iure divino la obligatoriedad de la residencia episcopal, que consideró, además, como remedio fundamental para la reforma in capite et in membris de la Iglesia. Conocía bien la teología agustiniana y la tomista y, por ello, estuvo muy sensibilizado en la tema de las relaciones entre la libertad y la gracia, manteniendo una intensa y amistosa polémica con el lovaniense Ruardo Tapper (f 1559).

Fue, por tanto, un gran apologista de la fe católica, buen conocedor de los argumentos luteranos y un hábil controversista. En sus escritos, tanto académicos (Lecciones de Dillinga, por ejemplo) como de otra índole, se aprecia un excelente conocimiento de la tradición eclesiástica y de los actos magisteriales de las distintas épocas. En la doctrina de la gracia está todavía lejos de las sutilezas de la controversia de auxiliis, pero se inscribe ya en la corriente teológica que después será ampliamente desarrollada por Báñez.

Smta. José Aparicio Sánchez

viernes, 29 de enero de 2016

Linea de tiempo, edad contemporánea. Siglo XX. Smta. José Aparicio Sánchez













LA EXISTENCIA DE DIOS DESDE LA PERSPECTIVA ANSELMIANA. “ENSAYO”

El presente ensayo tiene como finalidad abarcar un período transcendental para el pensamiento teológico desde el siglo XI donde siguen surgiendo las interrogantes acerca de la existencia de un ser superior, que para los cristianos es conocido como Dios. Se debe tener presente que antes de la venida del Mesías, ya existían corrientes de pensamiento que en sus teorías reflejaban la existencia de un ser superior, en este caso se hace mención de la cultura griega, como por ejemplo para el filósofo Aristóteles, ese ser fue llamado motor inmóvil, ya que lo movía todo, pero a él nadie lo mueve. Es natural deducir que esta idea es producto de la razón, desde esta misma realidad se toma la iniciativa de abordar el tema de la existencia desde la premisa de San Anselmo de Canterbury, quien dice que con sólo pensar que existe este ser supremo es suficiente para demostrar que Dios existe. Como diría San Anselmo en su obra proslogion: «Existe, por tanto, verdaderamente un ser por encima del cual no podemos levantar otro, y de tal manera que no se le puede siquiera pensar como no existente; este ser eres tú, ¡oh Dios, Señor nuestro!». Por lo tanto, como se puede salir de esta realidad, si al reflexionar como cristiano se sabe que es completamente verdad. Sin embargo, es cierto que no todos piensan igual. Por esta circunstancia, es que se indagara sobre este tema con la intención de visualizar esta idea anselmiana.
Ahora bien, creo que es necesario, tener una visión de quien fue San Anselmo de Canterbury para concebir de una manera más clara su tesis sobre la existencia de Dios. Este santo nació en Aosta (Italia) en 1033 o 1034. De buena familia y con gran amor al estudio. Entró como monje en la abadía cluniacense de Bec en el 1060. Posteriormente fue elegido abad en el 1078. Fue consagrado arzobispo de Canterbury, donde murió en el año 1109. Tuvo que sufrir dos exilios por razón de las investiduras: el primero entre 1097 y 1100 y el segundo entre 1103 y 1106, hasta que se produjo el arreglo de 1105 sancionado por la monarquía inglesa en 1107. Sus obras han sido editadas en edición crítica, entre  ellas se destacan: en primer lugar, dos grandes tratados sobre Dios, que son el Monologion y el Proslogion; del cual estaremos abordando, que corresponden a la época en que Anselmo se hallaba en Bec. Son asimismo de la época de Bec el De libero arbitrio, el De casu diabólico y el De grammatico. Después, ya como obispo, escribió dos tratados: De Fide Trinitatis y De Processione Spiritus Sancti contra Graecos. Como también algunos opúsculos menores, uno de carácter mariológico, sobre la concepción virginal de la Virgen María y el pecado original, y algunas homilías y oraciones. Y su gran tratado cristológico y soteriológico, redactado en el período episcopal, se titula Cur Deus homo. Ya teniendo esta visión no cabe duda que fuera un hombre sumamente preparado para abordar su tesis a priori sobre la existencia de Dios. Es importante tener en cuenta que este hombre marco el cierre e inicio de una nueva etapa del pensar teológico, ya que con él se cierra el ciclo de la patrística para pasar a la escolástica. Ahora bien, es importante considerar que en esta época no debía ser tan complicado para este Doctor de la Iglesia abordar dicha idea, ya que se mantenía una línea de pensamiento basado en la Palabra de Dios y la práctica de los Padres. Por lo tanto, entra en juego la cuestión de la fe en Dios, y considerando que si no hubo contradicción de la misma, se sostenía el criterio de que no era una herejía, aunque su idea estaba fuera del contexto de las bases de los cristianos. Como lo señala Josep Saranyana en su libro Historia de la teología en relación al argumento que se esta indagando: «intenta demostrar la existencia de Dios a partir de la fe en Dios, con un razonamiento independiente de la autoridad de la Sagrada Escritura o de la tradición patrística». Ante esta realidad es importante dejar claro que no se puede hablar de teología si no hay fe. Y profesar o afirmar una verdad sin argumentos, sólo será posible en el plano de la convicción de creer en aquello que se sabe que existe pero que no se ve. Además, se sabe que en estos primeros siglos de la era cristiana existían pensamientos contrarios al cristianismo, donde es probable que más allá de la formación que los Padres de la Iglesia lograsen impartir, permaneciera cierta inclinación por parte de algunos griegos –por ejemplo- que quisieran en lo oculto mantener vigente su cultura de pensamiento y se hayan colocado en contra de San Anselmo. Es claro, que para muchos es absurdo afirmar algo de lo cual no se pueda dar argumentos. Es por ello, que más adelante, surgen quienes quisieron apoyar esta tesis anselmiana con demostraciones a partir de la creación, por ejemplo, Santo Tomas de Aquino y sus cinco vías, pero no para desprestigiar la idea de San Anselmo, sino para continuar con la defensa de esta premisa. No se puede negar que dentro de la diversidad de pensamientos, esta el denominado ateo, para el cual Dios no existe, sino que refutan que la idea de la existencia de Dios, es un medio para la manipulación del hombre por el hombre. Por lo tanto, es un imposible dialogar con ellos sobre el tema si no se tienen argumentos tangibles, y no inexistentes como el de San Anselmo. Pero como poder negar la existencia de alguien por encima del cual no se puede pensar más nada. Como lo dice uno de los himnos de la liturgia de las horas: «quien diga que Dios a muerto que salga a la luz y vea, si el mundo es o no tarea de un Dios que sigue despierto». Sólo el hecho de contemplar la naturaleza y su perfección es muestra que San Anselmo tenía la convicción de que su teoría era cierta. Por ello, señala en su obra proslogion lo siguiente: «Existe, por tanto, verdaderamente un ser por encima del cual no podemos levantar otro, y de tal manera que no se le puede siquiera pensar como no existente; este ser eres tú, ¡oh Dios, Señor nuestro!». En tal sentido, es que esta premisa se conceptualiza más adelante como el argumento ontológico, que se basa en la  no en la observación del mundo como por ejemplo la cosmología, sino más bien empleando únicamente la razón. Taxativamente, el argumento ontológico razona a partir del estudio del ser. Siguiendo este hilo conductor, es que se le atribuye a San Anselmo en ser el primero en usarlo. Porque él comienza con la declaración de que el concepto de Dios es “un ser tal, que nada mayor puede ser concebido.” Puesto que la existencia es posible, y la existencia es más grande que la no existencia, entonces Dios debe existir. Por consiguiente, es tan bien importante el valor tan grande que San Anselmo le da a Dios, donde no sólo le vasta con hacer valer su existencia sino que se gloria de su grandeza, por ello en su obra Proslogion dice: « ¡oh Señor! , tú solo eres lo qué eres y el que eres, porque el ser que no es el mismo en su todo y en sus partes, el ser sujeto a cambio en algún punto, no puede ser en modo alguno lo que él es. Lo que ha comenzado por la nada, puede ser concebido como no existente, y si no subsiste por el poder de otro, vuelve a la nada. Aquello cuyo pasado no existe, cuyo futuro aún no es, no existe propiamente hablando. En cuanto a ti, tú eres lo que eres, porque todo lo que eres una vez y de algún modo, lo eres entero y siempre». Ahora la interrogante esta en la pregunta que se debe hacer después de varios siglos: ¿qué tan verdadero será este argumento? ¿Hasta que punto se puede mantener esta idea donde la ciencia avanza en la búsqueda de demostrar lo contrario?

En definitiva, creo que se hace necesario una rectificación de este argumento, el cual no creo que este mal ya que el mismo tiene como objetivo principal el tema de la existencia de Dios. Sólo que debe existir buenas explicaciones para que se pueda lograr su finalidad. En la actualidad se vive en un contexto donde quiere imperar el ateísmo bajo la mascara de un supuesto teísmo pero cien por ciento relativista, es decir, el ser humano dice creer en Dios pero en su comportamiento diario demuestra que ese Dios no existe. Por lo tanto, es importante a través del acompañamiento y teniendo evidencias concretas como por ejemplo las cinco vías de Santo Tomas, concientizarlo y de este modo se pueda dar certeza de que el argumento es verdadero. Porque hay quienes se preguntan como es Dios, y como se sabe muy bien la ciencia atea siempre va estar con el interés de demostrar lo contrario. Cada día se acrecienta más las tesis por querer confundirse a la población y los medios de comunicación es el medio que se ha utilizado con máximo alcance para lograr dicho objetivo. Ahora queda por parte de quienes defienden la tesis de que el argumento ontológico de San Anselmo es verdadero, utilizar estos medios de comunicación de una manera imparcial y adaptada a la nueva civilización, utilizando evidencias lógicas, para que así como lo han hecho algunos hombres en el pasado, en el momento actual que se vive también se siga fortaleciendo esta idea anselmiana.